Ya pasaron las elecciones, ganó Humala, perdió Keiko, a las justas y con un número indeterminado de votos que, más que "pro Humala" eran "anti Keiko". De la mitad del electorado se puede suponer que está muy descontento, mientras que el mismo número indeterminado de la frase inicial probablemente tampoco esté muy feliz - es un poco como esperar una pena de 25 años y al final ser condenado a "solo" 15 (o como dicen los Irlandeses: "When you're expecting a kick in the balls, a slap in the face is a victory").
Mucho más preocupante, sin embargo, que el futuro político del país me parece la polarización que es el resultado de esta temporada electoral que acaba de terminar. En alguna parte leí que "los medios polarizaron al país - ya es hora de despolarizarlo". Mientras estoy completamente de acuerdo y simpatizo plenamente con la preocupación que demuestra este comentario por la "reconcilación" (o cómo lo quieras llamar) y el esfuerzo conjunto por la fiscalización del nuevo gobierno que implica, me temo que deja al lado el rol que tuvo la misma ciudadanía en crear dicha polarización. Como podemos apreciar, por ejemplo, en la página facebook del proyecto Vergüenza Democrática, que recoge los abismos del "discurso ciudadano" pre- y post electoral, los medios de comunicación sólo cargan una parte de la responsabilidad por la polarización del país. Del resto, nos encargamos solitos los usuarios de las redes sociales - aka: "la gente".
Es importante reconocerlo, y más importante aun revisar este comportamiento, si lo que se busca en el futuro es un esfuerzo conjunto de "toda la ciudadanía". Iniciativas como "Voto Vigilante", la idea del "cheque en blanco que no se dio", etc., son expresiones de una nueva conciencia ciudadana y de una confianza en la capacidad fiscalizadora de los ciudadanos, que mucho tienen que ver con la experiencia del activismo 2.0 durante estas elecciones (no digo que las marchas y el activismo "clásico" no tengan nada que ver, sino más bien que en el campo de la fiscalización en particular, la posibilidad de intercambiar información con relativa independencia de los medios tradicionales fue una experiencia muy poderosa para mucha gente). Como tales son ciertamente laudables y positivas.
SIN EMBARGO, hay que tener en cuenta que esta experiencia, por positiva y emancipadora que fuera desde el punto de vista de una mitad del electorado, no lo fue tanto para la otra mitad. Como me comentó un amigo que no se sentía capaz de votar por ninguno de los candidatos, el grupo "No a Keiko" no lo dejaba fuera a él, sino "Yo los dejé fuera a ellos" - no porque haya decidido votar por Keiko Fujimori, sino porque le parecía que el grupo formaba parte del proceso de polarización que vivió el país durante estas elecciones - una crítica que me parece válida, sobre todo para las últimas semanas después de la primera vuelta electoral, cuando No a Keiko se convirtió virtualmente en "Sí a Ollanta": el 3 de Mayo, los administradores comunicaron que "El voto blanco, nulo y/o viciado es una opción democrática y respetable; pero en este colectivo consideramos que ese tipo de voto es una forma indirecta de apoyar a la mafia fujimontesinista y se aleja del objetivo de NAK: impedir que Keiko Fujimori gane las elecciones presidenciales en el año 2011". Durante las semanas siguientes, críticas dirigidas a Ollanta Humala fueron recibidas por muchos usuarios como expresiones de apoyo a Keiko Fujimori - cosa que en muchos casos no eran en absoluto - y sus respectivos autores tildados de "fujitrolls," una categoría que nació inicialmente de ataques y amenazas serias contra los fundadores de NAK pero que terminó cambiando de significado, aplicándose cada vez más y restringiendo los márgenes de lo permisible dentro del colectivo NAK. Esta “estrategia” ciertamente servía para los fines inmediatos y expresos del colectivo NAK (evitar la elección de Keiko Fujimori), pero iba en contra del etos democrático que también defienden tanto los fundadores como muchos de los miembros de NAK, y que nos motivaba en primer lugar a oponernos a la propuesta fujimorista.
Esta experiencia no se deshace así nomás, condenando los excesos de otros en páginas como Verguenza Democrática; lamentablemente forma parte del legado de esta temporada electoral, que de alguna manera fue dañina para todos, y va a afectar la posibilidad de construir un futuro mejor en conjunto. Aquí nos toca hacer autocrítica a los "ganadores" NAKERS, reconocer que "el caníbal no siempre es el otro" y emprender el futuro con humildad. Si queremos una sociedad más respetuosa, menos violenta - y si asumimos (yo lo hago) que quiénes no votaron por Humala no dejan de ser ciudadanos e igual tienen mucho que aportar en la fiscalización del nuevo gobierno - entonces el triunfalismo está tan fuera de lugar como la "generosidad" ante los perdedores. Recordemos que para la vasta mayoría – incluyendo a muchos NAKERS –, Humala era un candidato imposible hasta la primera vuelta. Y no es que haya cambiado radicalmente desde entonces, así que no despreciemos a quienes mantengan sus dudas.
Voto Vigilante, según mi amigo del voto viciado, se define como "gente que votó por Ollanta pero se mantiene vigilante". Aunque haya cambiado en el interín, afirmando ahora que "el Voto Vigilante no es solo de quienes votamos por Ollanta. Es de todos los peruanos y va para todos los políticos," esta nueva actitud de inclusión aun tiene que ponerse a prueba en la práctica: el muro de facebook todo lo aguanta.